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Una orden de alejamiento se baja a 15,25 metros para que el condenado no cambie de casa

Es la distancia, en línea recta, entre la vivienda de la victima y la del hombre que cometió un delito contra ella.

Enviado el 03 de Abril de 2019

Las órdenes de alejamiento son fáciles de cumplir en grandes ciudades, pero ¿qué ocurre cuando la persona a proteger y su agresor viven en un pequeño pueblo y son prácticamente vecinos?

La Audiencia Provincial ha tenido que decidir sobre una orden de alejamiento en un pueblo de alrededor de mil habitantes de la provincia de Cáceres.

El Juzgado de lo Penal de Plasencia condenó a un vecino de esta localidad a cumplir una pena de prisión de un año y nueve meses, pero el pasado 4 de octubre de 2018 decidió suspender la ejecución de la pena privativa de libertad si se comprometía a dos cosas. La primera, no delinquir durante cuatro años y medio; y la segunda, que durante ese tiempo no se aproximara a menos de 50 metros de su víctima, una mujer que vive en el mismo pueblo. No se puede acercar a menos de esa distancia de la víctima, manteniendo esos 50 metros respecto a su puesto de trabajo y a su vivienda. Aquí vino el problema, porque él vive muy cerca de ella. La Guardia Civil midió la distancia en línea recta entre las dos casas, viendo que entre una vivienda y otra solo hay 15,25 metros.

El condenado pidió a la Audiencia Provincial que se mantuviera la distancia de los 50 metros, menos el tiempo en el que él entrara, saliera y estuviera en su casa. Indicó al tribunal que de no estimarse su petición, «le causaría perjuicios muy graves, pues se vería obligado a cambiar de residencia o domicilio, cuando realmente él es una persona que no cuenta en estos momentos con recursos económicos para ello, y está en una situación económica muy precaria».

La Audiencia le ha concedido el que no tenga que cambiarse de vivienda, al recalcar que esa excepción es aceptada por todas las partes, incluido el fiscal y, sobre todo, la mujer a proteger, «que ha manifestado expresamente que no se opone y declara estar conforme con esa distancia de 15,25 metros, en esos actos precisos de entrada, permanencia y salida de su domicilio por el penado».

Es la segunda vez que se rebaja la distancia de esta orden de alejamiento. En una primera condena no podía acercarse a su víctima a menos de 150 metros, pero él apeló esa distancia y logró que le rebajaran la distancia a 50 metros visto el tamaño de la localidad.

Además de respetar la distancia, durante cuatro años y medio, no podrá comunicarse con la víctima por cualquier medio, ya sea escrito, telemático, informático, verbal o visual. Eso también será difícil en un pueblo pequeño.